Le decían “El ogro” aunque era pilar del cine mexicano
-A México le dio su primera nominación al premio Oscar
Por su férrea disciplina en los sets de filmación, Roberto Gavaldón fue conocido en el medio cinematográfico como “El ogro”, porque exigía demasiado a los técnicos, trabajadores y artistas que trabajaban en sus películas, pero su trato áspero y a veces rudo se justificaba con las extraordinarias películas que lograba y los premios que los actores y actrices que participaban en sus producciones casi siempre obtenían.
Como prueba de lo anterior, Roberto Gavaldón fue el primer director de cine mexicano en lograr para nuestro país la primera nominación al premio Oscar de la Academia de Hollywood, en 1960, en el rubro de Mejor Película Extranjera, por el filme “Macario”, que protagonizó el actor Ignacio López Tarso.
El nombre de Roberto Gavaldón está inscrito en el libro de oro del cine mexicano en el que escribió brillantes páginas como escritor, productor y director de memorables películas, entre ellas: “La barraca”, “Macario”, “Las tres perfectas casadas”, “El rebozo de Soledad”, “El niño y la niebla”, “Rosauro Castro” y “La Rosa Blanca”.
Aunque de joven su intención era estudiar odontología, para lo cual viajó a Los Angeles, California, en donde descubrió su vocación y pasión por el cine por lo que muy jovencito incursionó como extra en películas y tiempo después se desempeñó como ayudante en producciones fílmicas.
En México, sus primeras películas las realizó en calidad de codirector; con Chano Urueta codirigió “El conde de Montecristo” y con Joaquín Pardavé “El baisano Jalil”. “La barraca” representó su primer éxito como director en solitario pues el filme además de ganar varios premios hizo que algunos de los artistas que participaron también se alzaran con importantes preseas en diferentes categorías.
A partir de esta película, Gavaldón realizó una intensa y exitosa carrera como director que lo llevó a instalarse, junto con Emilio “El Indio” Fernández, Julio Bracho, Alejandro Galindo, Ismael Rodríguez y Chato Urueta, en la exclusiva elite de directores de cine mexicano que dieron prestigio y renombre al séptimo arte nacional al hacerlo trascender internacionalmente.
En 1960, en el sexenio del presidente Adolfo López Mateos, Gavaldón tomó el riesgo de llevar a la pantalla “La Rosa Blanca”, película que por su alto contenido social y político el gobierno vetó durante 11 años pues la historia, basada en una novela de Bruno Traven y con guion del dramaturgo Emilio Carballido, tocaba fibras sensibles al abordar la explotación que en nuestro país hacían de los pequeños propietarios de tierras, las compañías petroleras extranjeras en complicidad con políticos corruptos.
La cercanía de la fecha de “La Rosa Blanca”, con los acontecimientos de la expropiación petrolera (1938), hizo que el gobierno de Adolfo López Mateos prohibiera su exhibición y decidiera “enlatarla” hasta que, una década después, Rodolfo Echeverría, funcionario de cinematografía, promoviera su exhibición.
Roberto Gavaldón fue un destacado director de cine cuyas realizaciones estuvieron presentes en los principales y más importantes festivales cinematográficos del mundo, entre ellos: San Sebastián, Venecia, Cannes y Berlín y, por supuesto, en los premios Oscar.
Para PECIME es un verdadero honor compartir el texto que este extraordinario director, escritor y productor de cine dedicó a la agrupación: