El próximo 9 de noviembre llegará a salas “Una Jauría llamada Ernesto”, el nuevo documental de Everardo González que nos lleva al escalofriante mundo de ‘Ernesto’ y de muchos adolescentes como él que, al elegir llevar una vida criminal, se convierten en víctimas y verdugos.
Mención Especial a Mejor Documental en Hot Docs 2023- Festival Internacional de Cine Documental de Canadá, “Una Jauría llamada Ernesto”, es un retrato de varias historias desgarradoras de la vida de las pandillas en las que la brutalidad se cambia por «superioridad» y «respeto», pero que deja una víctima por armas de fuego cada 41 minutos.
Apoyado en un guión coescrito por el propio Everardo González en colaboración con Óscar Balderas y Daniela Rea Gómez, el director propone a través de éste trabajo, una reflexión sobre cómo los niños se suman a las filas del crimen organizado en México.
La historia del documental de 81 minutos, una coproducción México-Suiza-Francia, Films Boutique, N+ Docs, N+ y The Berlinale World, data de los años 2000 y 2003, cuando Everardo González comenzó a reflexionar sobre las sociedades que empiezan a perder a sus hijos, quienes se convierten en brazo armado del crimen organizado.
“Veo que México en aquellos años empieza a tornarse en un país con un rostro adolescente al que se le tiene miedo y fue entonces cuando decidí que era buen momento para empezar a hablar del tema a partir de una imagen que me pareció muy violenta: un infante con una 9 en la mano…”.
Considerado como una de las voces más sólidas del género documental en América Latina, Everardo González refirió que su interés por el tema se intensificó a partir de un viaje que hizo a El Salvador, donde se percató de que la sociedad le tenía miedo a los niños, especialmente a aquellos que formaban parte de pandillas y se encargaban de extorsionar a la población.
Sobre el proceso de filmación de “Una jauría llamada Ernesto”, el también realizador de “La libertad del diablo” (2017) reconocida con el Premio Amnistía Internacional en la Berlinale, explicó se llevó a cabo en diversas etapas y lugares, y con la colaboración especial de un joven, miembro de una familia que habitaba en una zona complicada de Tepito conocida como “La Aldea”.
Everardo, cuyas películas han sido proyectadas y premiadas en diversos festivales como IDFA, Berlín, Toulouse, Locarno, Montreal, BAFICI y Sarajevo, entre otros. Refirió también que durante el confinamiento por la pandemia, se les entregaron cámaras a dos jóvenes para que documentaran la vida en su barrio durante dos meses. Además, el equipo de producción filmó en zonas de tráfico fuerte, como San Luis, Nuevo León y Tamaulipas.
“La colaboración con estos jóvenes fue emocionante y sorprendente para mí, ya que demostraron una gran capacidad de ejecución y disposición para participar en el proyecto. Con ellos logramos registrar los espacios y acceder a la realidad que quería retratar para ofrecer una mirada diferente y reflexiva sobre la violencia y cómo las armas llegan a manos de los jóvenes”.
Una singularidad de este trabajo fílmico, el no. 10 en la carrera de Everardo González, cuya fuerza como cinefotógrafo empezó a destacar desde “Los ladrones viejos”, “Cuates de Australia” y “La libertad del diablo”, es que sus protagonistas aparecen siempre de espaldas, lo que ayuda a conservar el anonimato de los jóvenes que poco a poco comentan cómo empezaron en el sicariato.
«Había que cuidar el anonimato y tomar decisiones distintas a la de borrar un rostro. El tomar esa decisión genera preguntas: ¿Cómo puedo contar una historia de adolescentes guardando su identidad? Es un delito portar armas y lo retraté», compartió el documentalista.
“Una jauría llamada Ernesto” se proyectará de manera simultánea en salas de cine y plataformas digitales a partir del 9 de noviembre. Además se organizarán proyecciones en espacios como el barrio de Tepito para que los jóvenes puedan reflexionar sobre la temática de la película.
Respaldado por las compañías Animal de Luz, Artegios y Films Boutique, el documental cuenta con los aportes en producción de Roberto Garza e Inna Payán. Marie Jeanne Kushfe, Andreas Roald, Dayana Rodrigues, Dan Weschler y Jamal Zeinal Zade participaron en la producción ejecutiva. Completan el crew Andrés Sánchez Maher, Haxah y Konk Reyes (música) y la cinefotógrafa María Secco.