Del Puño y Letra de Alejandro Galindo
-Su película “Lázaro Cárdenas” fue vetada por el gobierno
-Se acusa a “La Quina” de haber desaparecido el material
El cineasta Alejandro Galindo murió con la tristeza de no ver exhibido su último trabajo fílmico, la película “Lázaro Cárdenas” (1985), el cual misteriosamente desapareció sin que hasta la fecha se conozca su paradero. Una versión señala que el filme afectaba intereses políticos y por eso el gobierno lo prohibió, y otro rumor asegura que el entonces todopoderoso líder petrolero, Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, se apoderó indebidamente de la cinta porque “tocaba” fibras sensibles de su gremio.
Se afirma, incluso, que “La Quina” pagó a guionistas para modificar la historia en la que se abordaban pasajes de la vida del general Cárdenas, expresidente de México, entre ellos la expropiación petrolera. ¿Dónde está la película, quién la tiene?, no se sabe, pero ahora que al país lo gobierna un partido diferente sería bueno rescatar ese documento fílmico que fue lo último que en vida realizó el prestigiado cineasta.
Alejandro Galindo era un brillante estudiante de odontología en la Universidad Nacional Autónoma de México cuando conoció al productor Germán Camus quien lo hizo interesarse por el cine por lo que el inquieto muchacho, sin apoyo de nadie y sin contar con los suficientes recursos económicos, abandonó la carrera de dentista para aventurarse a ir a Hollywood.
En Estados Unidos trabajó como ayudante de intendencia pero hablar perfectamente el idioma inglés le ayudó a conseguir un empleo como intérprete traductor en las compañías MGM y la Columbia Pictures, dos de las productoras de películas más importantes del mundo. El contacto con los sets cinematográficos y con los artistas, hicieron que en él se despertara el interés por aprender más de cine por lo que ingresó al Hollywood Institute of Scriptwriting and Photoplay, en donde estudió la carrera de guionista.
Con ese gran bagaje de conocimientos y cultural, Alex Galindo regresó a México en 1930, un tanto obligado por la gran depresión económica que se vivía en el país del norte. Aquí, en nuestro país, empezó a trabajar como guionista de radio y para el cine escribió el guión de la película “La isla maldita” (1934), que fue el primer filme mexicano hecho a colores.
Un año después, en 1935, se inició como director con el cortometraje documental “Teotihuacán, tierra de emperadores” y fue hasta 1937 cuando por fin debutó como director del largometraje “Almas rebeldes”. A partir de entonces no paró de trabajar convirtiéndose en uno de los pilares de la época de oro del cine mexicano.
Hombre carismático, de trato amable y de gran sensibilidad, Alejandro Galindo logró trascender los umbrales de la historia del cine mexicano porque en sus películas se atrevió a plasmar el cambio del México rural al urbano y supo retratar en sus historias la evolución de las familias mexicanas de las décadas de los años 40 y 50, con personajes con los que la gente se identificaba plenamente.
A este gran cineasta se deben trabajos de gran trascendencia social como: “Campeón sin corona” (1945), “Una familia de tantas” (1948) y “Doña perfecta” (1950).
Pero en su impresionante filmografía aparecen otros títulos no menos trascendentes que los anteriores, como por ejemplo: “Mientras México duerme” (1938), “Ni sangre ni arena” (1941), “Los dineros del diablo” (1953), “Las infieles” (1953), “Esposa te doy” (1957), “Piernas de oro” (1958), “Tu hijo debe nacer” (1958), “La edad de la tentación” (1959), “Mañana serán hombres” (1961), “Corona de lágrimas” (1968) y “Cruz de olvido” (1984).
Como se menciona al principio de esta nota, murió en 1999 frustrado por no haber logrado ver el estreno de su película “Lázaro Cárdenas”, una versión sobre la vida del general y los hechos que sacudieron a México con la expropiación petrolera. Eran los tiempos en que el PRI ejercía una hegemonía en el país y la película se consideró que “tocaba” intereses políticos que no se podían permitir y por eso fue vetada.
Hoy les compartimos el texto que este gran cineasta escribió a PECIME de cuyos socios fue un gran amigo.