«Noche de fuego», una historia de amistad, amor y lealtad desarrollada dentro de un contexto de violencia, marcará la incursión de la documentalista Tatiana Huezo en el género de la ficción, además de abrirle la oportunidad de contar historias íntimas, desde una mirada más inocente, como lo es la infancia.
«Será un salto importante en mi camino como cineasta, porque vengo del documental, de mostrar muy de cerca la realidad y este tránsito a la ficción significa intentar poner las emociones de un ser humano en la piel de un personaje; ese ha sido uno de los retos más importantes para mí con ‘Noche de Fuego'», expresa la realizadora de «Tempestad» y «El lugar más pequeño», documentales aclamados en más de 70 festivales alrededor del mundo.
Rodada en Neblinas, Landa de Matamoros, un pequeño poblado en la sierra Gorda de Querétaro, «Noche de Fuego» retrata la historia de amistad de tres niñas que viven en un lugar en el que es peligroso crecer siendo mujer. Las pequeñas tienen escondites bajo tierra para escapar de la amenaza de ser secuestradas y sus madres las entrenan para huir de la muerte y para escapar de aquellos que las convertirían en esclavas.
«El contexto es hostil y está enmarcado en el ámbito de la siembra de maíz y amapola en las montañas, que podría ser cualquier montaña de cualquier pueblo de nuestro país. Su narrativa, sin embargo, ofrece una mirada honesta frente a la violencia del mundo adulto”, comenta la realizadora de origen salvadoreño.
En etapa de postproducción, la película recorrerá un camino de festivales antes de su estreno comercial en México, que aún está por definirse, lo mismo que sus planes de distribución, según adelantó Tatiana, para quien la travesía de «Noche de Fuego» ha representado un gran reto, tanto a nivel narrativo como emocional y personal, ya que implicó para ella «enfrentar temas y situaciones que te afectan, que te calan…».
«El viaje para escribir el guión fue muy solitario, pero también gratificante, porque tuve la libertad de no limitarme en la construcción de los eventos que hay en la historia, aunque a nivel de producción me confrontó con una serie de elementos que no esperaba, como son los efectos especiales, el crew enorme y los tiempos que lleva cada cosa, un aparato muy grande, al que me tocó adaptarme».
Otro factor importante al que debió enfrentarse Tatiana Huezo en el proceso de «Noche de Fuego» fue el casting, pues en la cinta producida por Nicolás Celis («Desierto») y Jim Stark («Coffee and Cigarettes»), participan niñas: “Fue muy complicado porque necesitaba que en especial mi protagonista transmitiera las emociones que requería el personaje, así que durante todo un año casteamos a más de 800 niñas, hasta que encontramos a ‘Ana’, la protagonista…
“Mucha gente del pueblo participa en la película, incluso las niñas y adolescentes que protagonizan son todas de la montaña, excepto Maya que pertenece al circo y que lleva una vida de gitana. No fue fácil construir a los personajes, y en particular a ‘Ana’, sobre todo porque teníamos que alimentarla de la rebeldía que tiene…
«‘Ana‘ es un personaje entrañable, rebelde, contestatario, una niña inteligente y positiva, que sueña con un futuro mejor e idea planes para alcanzarlo. Pero cuando tiene la oportunidad de salir del pueblo, un crimen vincula a una de sus amigas y a ella misma, poniendo todo su futuro y sueños en riesgo.
Para construirla «intenté mirar desde los ojos de una niña… yo tengo una hija y eso me remonta a mirar atrás, viene de algo muy personal, aunque es una película que también tiene su génesis en la adaptación de la novela ‘Prayers for the Stolen’, de Jennifer Clement (publicada en España como Ladydi)», confió.
Egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), con una maestría en documental de creación por la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, España, Tatiana presentó un avance de «Noche de fuego» en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos, donde hizo hincapié en que a pesar de tener un contexto violento, su primer largometraje de ficción es una historia que habla de una mirada limpia frente a la violencia y al silencio del mundo adulto.
También directora e los cortometrajes «Tiempo» 1997), «El Ombligo del mundo» (2001), «Retrato de Familia» (2005), «Ver, Oír y Callar» y «Ausencias» (2015), la realizadora califica su primera ficción como «una historia llena de luz y magia, porque está contada en una etapa de la vida donde la magia lo permea todo».
Reconoció asimismo, que esta nueva aventura fílmica en la que volvió a trabajar con el respaldo de Pimienta Films, Match Factory Prods., Desvia, Bord Cadre Films y Cactus Film & Video, ha sido arriesgada y la sacó de su zona de comodidad, para enfrentarse a otro lenguaje y hablar de otras emociones.
TEXTO: PECIME