Editorial

Ideas frescas, se perciben en el equipo de la Doctora Sheinbaum

Ideas frescas se perciben en los funcionarios que la Doctora Claudia Sheinbaum ha tenido a bien designar en el equipo que la acompañara los próximos seis años en la tarea de construir el segundo piso de la cuarta transformación. Quedan pendientes de nombrar a los titulares de dos de las carteras más importantes del gabinete, el Secretario de la Defensa Nacional y el Secretario de la Marina Armada de México lo cuales, según lo anunció la propia Jefa del Ejecutivo, dará a conocer a finales del presente mes.

Con ello estará completo el equipo con el que a partir del próximo primero de octubre, cuando la doctora Claudia Sheinbaum tome posesión y se convierta en Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, empezará a trabajar en los ambiciosos proyectos que la nueva administración llevará a cabo para beneficio de los mexicanos, así como en consolidar los que se iniciaron en la gestión del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

En la gran tarea que le aguarda, la doctora Sheinbaum tiene el voto de confianza de los mexicanos que en una elección histórica el pasado 2 de junio le otorgaron el mayor número de sufragios que nunca antes ningún otro mandatario había conseguido en México.

La confianza depositada en ella es consecuencia de su impecable trayectoria y el compromiso social que a lo largo de su vida ha demostrado, desde su época de estudiante y tiempo después como funcionaria pública en los diversos cargos que ha desempeñado.

En este sentido, sus colaboradores tienen el compromiso de elegir a las personas más adecuadas y capaces para alcanzar las metas que la doctora Sheinbaum tiene previstas para cada una de las áreas de la administración pública federal.

En el caso de la historiadora Claudia Curiel de Icaza, designada Secretaria de Cultura del Gobierno Federal, es de esperarse que su labor permita que la cultura se extienda a todos los rincones del país y que diseñe un plan de trabajo que apoye al talento nacional que se desempeña en las diferentes ramas del arte.

En lo que se refiere al área de cine, es urgente una restructuración total que acabe con los viejos vicios que aún persisten en este importante renglón de la cultura y que han ocasionado, entre otras cosas, que la cinematografía nacional no haya vuelto a trascender al plano internacional como sucedió en años anteriores.

El cine mexicano, concretamente el IMCINE, requiere de un cambio total y para ello es necesario la designación, primero de un director que conozca perfectamente la industria y, segundo, de una renovación de los funcionarios que por décadas han conservado sus puestos en el organismo sin que hasta la fecha hayan hecho algo positivo por el cine mexicano. En esta área son necesarias las ideas frescas.

El recuerdo más vivo que se tiene de la actual directora del IMCINE es la de haber intentado seguir los mismos pasos de su ex esposo, Jorge Sánchez, quien le antecedió en el puesto de director de ese organismo, cuya administración se caracterizó por el dispendio de los recursos públicos del instituto.

El primer acto de María Novaro como directora de IMCINE en este sexenio, fue contravenir las órdenes del Presidente Andrés Manuel López Obrador, de sujetarse a la política de austeridad que instruyó el jefe del ejecutivo y realizó un viaje al festival de cine de Cannes, Francia, el cual representó un gasto oneroso sin ningún beneficio para el cine mexicano.

La funcionara fue obligada a regresar por instrucciones del Presidente López Obrador estando solamente un día en el país europeo sin que hasta la fecha se conozca el costo que tuvo esa aventura.

La administración de Novaro al frente del IMCINE se caracterizó por la caída de la presencia de películas mexicanas que trascendieran a nivel internacional y su nula contribución al arte y la cultura del país.

Para evitar una etapa de retroceso como la de María Novaro, se necesita de gente joven, con ideas frescas, preparada con una actitud de servicio que le dé un giro de 180 grados a las funciones del IMCINE el cual, de no llevarse a cabo, se mantendrá otros seis años en un bajo nivel comparado con cinematografías emergentes como las de Japón, Corea del Sur, Francia y hasta Argentina que lamentablemente nos han superado.