Rodrigo Reyes rescata del olvido la historia de un inmigrante mexicano sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos

Durante su trabajo como intérprete judicial en español en los juzgados de un pequeño poblado rural de California, el cineasta Rodrigo Reyes conoció a Noé Sansón Andrade, un inmigrante mexicano de 19 años sentenciado a cadena perpetua por homicidio calificado, sin posibilidad de libertad condicional.

“Estuve a su lado tres semanas sin poder conocerlo. No pudimos entablar una relación para saber quién era, de dónde venía, que le pasó o cómo llegó hasta los juzgados; sentía una gran necesidad de acercarme a él, porque al final de cuentas éramos paisanos y podía intuir que había una historia detrás, pero el Tribunal no permite el acceso a esta información… A Sansón lo sentenciaron a cadena perpetua sin salida y todo por acompañar como chofer a su cuñado en una situación que resultó en homicidio. Y entonces dices ¡qué injusticia y que injusticia con la gente!, con nuestros migrantes”, contó Rodrigo Reyes a Pecime.

Al negársele el permiso de realizar una entrevista, Rodrigo Reyes y el joven convicto trabajaron juntos por su propia cuenta a lo largo de una década, utilizando cientos de cartas como inspiración para un guion que retrata la infancia del propio Sansón en la localidad de Ticomán, con el apoyo de un elenco integrado por su familia del mismo, pero que además documenta sus experiencias en el sistema penitenciario de California.

El resultado fue «Sansón y yo», documental que aporta el retrato luminoso de una amistad que navega entre la migración y los bajos fondos del sistema judicial estadounidense, pero que además rompe los límites de la imaginación cinematográfica para salvar la historia del joven migrante de la amenaza del olvido.

Sansón emigró a California siendo todavía un niño. Ahí se desempeñó en muchos trabajos, desde la agricultura hasta la construcción y la cocina. Dentro de la cárcel se le reconoce como un gran lector y un estudiante aplicado que recientemente terminó sus estudios de preparatoria.

Con financimiento de Cal Humanities, Berkeley FILM Foundation, Sundance Documentary Film Fund, Tribeca Film Institute, Heineken Voces Grant, Pacific Pioneer Fund, y Center for Documentary Art, entre otras instituciones, el cineasta logró de esta forma visibilizar la historia de Sansón en su nuevo documental de 83 minutos que, producido por Su Kim e Inti Cordera en colaboración con él, y tras su recorrido por diversos festivales, se exhibirá en la Cineteca Nacional y salas del circuito cultural de México a partir del próximo 5 de julio.

“Como lo digo al principio del documental, la intención no es lograr exonerar ni liberar a Sansón, sino más bien darle la oportunidad de contar su historia y a través de ella dejar un testimonio vivo de sus memorias, haciendo visible su caso con luz y dignidad a su pasado y presente, pero también fomentar una red de apoyo a los muchos inmigrantes indocumentados a quienes la sociedad ha intentado hacer invisibles… En su historia se confunde lo que es la justicia con el castigo, y creo que en eso él comparte una experiencia que trágicamente ha atrapado a muchos paisanos mexicanos que han quedado olvidados”.

El cineasta resaltó que lo que pretende con su documental es precisamente provocar reflexión sobre la justicia «y ojalá y sirva también como una herramienta que forme parte del discurso en el contexto de la situación de todos los migrantes, no solamente mexicanos, sino latinoamericanos que están en condiciones similares y que resultan víctimas del sistema penitenciario de Estados Unidos, de la pobreza, la violencia y la desigualdad en México por la falta de oportunidades…”.

El director Rodrigo Reyes con Inti Cordera

Para Rodrigo Reyes la migración es el gran tema del mundo contemporáneo y en su opinión “la vida de Sansón debe servirnos para retratar todos los sistemas que han fracasado y de los que resultan víctimas muchos Sansones”: “Son miles y miles de chavitos que están sentenciados a cadena perpetua, ese es el contexto detrás de Sansón”, señaló el también realizador de filmes como “Purgatorio” (2013), “Lupe bajo el sol” (2016) y “499” (2020), obras en las que explora en la figura del migrante invitando al espectador a reflexionar sobre ello y empatizar con sus historias.

Ganador en Tribeca del premio a Mejor Fotografía en 2020 por “499”, su anterior película también distinguida con el Premio Especial del Jurado en Hot Docs y la Rana de Oro en Energa-Camerimage, Reyes asegura que el proceso creativo de su nuevo documental, que cuenta con música original de Jacobo Lieberman y la fotografía de Alejandro Mejía, AMC, le permitió retarse a sí mismo y madurar como director.

“El reto que enfrenté fue único: ¿Cómo hacer una película sobre alguien sin entrevistas, sin archivos?, incluso grabar llamadas telefónicas era imposible porque la calidad y el tiempo eran muy malos. Sansón pasaba meses intentando que se le concediera una llamada y para ser justos, tomó años encontrar la solución; fueron años de prueba y error intentándolo todo porque era un momento oscuro donde nada estaba haciendo clic, pero no nos dimos por vencidos y seguimos adelante, arrastrados por el propio Sansón que fue el mayor campeón del proceso. Él mantuvo su fe y eso me dio fuerza para seguir adelante todo ese tiempo”, explicó.

Rodrigo Reyes mencionó en ese contexto que con el documental es una contribución a la resistencia de Sansón, con quien estableció un vínculo especial de amistad que se fue fortaleciendo a lo largo del tiempo que les tomó el proceso de la película. «Podría haber hecho muchas historias sobre el encarcelamiento y la inmigración, pero el hecho es que Sansón es mi amigo. Lo amo y no quiero que se borre su historia», subrayó.

Originario de la Ciudad de México y formado de manera autodidacta, Rodrigo Reyes centra su obra ya estrenada en Tribeca 2022, en su identidad como artista migrante radicado en Estados Unidos, articulando una mirada poética desde la zona desde los márgenes de ambas culturas para seguir explorando un cine que retrate la naturaleza contradictoria de nuestro mundo compartido.