Considerado como uno de los actores más importantes de la escena mexicana del siglo XX, la tarde de este sábado 11 de marzo falleció el primer actor Ignacio López Tarso, a los 98 años. Su deceso se produjo debido a complicaciones derivadas de una oclusión intestinal y una neumonía que lo mantuvieron hospitalizado desde principios de mes, confirmó su hijo, el también actor Juan Ignacio Aranda.
Figura fundamental del cine mexicano de la época de oro, López Tarso, cuyo primer premio de cine fue una Diosa de Plata que Pecime le otorgó en el año 1964, por su labor de coactuación en la película «La Bandida», cinta que protagonizó «La Doña» María Félix, nació el 15 de enero de 1925 en México, Distrito Federal. Sus padres fueron Alfonso López Bermúdez e Ignacia López Herrera.
También galardonado en el año 1978, con la Diosa de Plata a Mejor Actor por “La Casta Divina”, película del director Julián Pastor y en 2013 con la Diosa de Plata Especial en reconocimiento a su destacada trayectoria en el séptimo arte nacional, Ignacio López López, nombre completo del artista, adoptó el apellido Tarso porque su maestro, el destacado escritor y poeta Xavier Villaurrutia, le aconsejó buscarse uno que fuera más atractivo para el medio artístico.
Poseedor de un impresionante físico y voz elegante, el experimentado histrión estudió arte dramático en la Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes, e inició su carrera de actor en la Compañía de Teatro Estudiantil Autónomo. Posteriormente pasaría a formar parte de la compañía de Teatro Clásico de México, con la que interpretó un repertorio de obras del teatro clásico español, como “La Celestina” de Fernando de Rojas y “Las mocedades del Cid” de Guillén de Castro.
Discípulo de Stanislavski, López Tarso alcanzó el pleno reconocimiento profesional en el teatro encarnando al soberano azteca ‘Moctezuma Xocoyotzin’ en “Moctezuma II”, de Sergio Magaña. A partir de ese momento se convirtió en un actor imprescindible en las obras de los dramaturgos Emilio Carballido, Luisa Josefina Hernández y Sergio Magaña, y en los montajes del director de origen japonés Seki Sano, quien introdujo en México el método de formación y dirección de actores.
Bajo la dirección de Seki Sano, Ignacio López Tarso trabajó en “Las brujas de Salem” (1953), de Arthur Miller, y en “Prueba de fuego”. Otras obras en las que demostró su solvencia como actor fueron “El precio” (también de Arthur Miller), “Enrique IV” (1922), de Luigi Pirandello, y “El rey se muere” (1962), de Eugène Ionesco.
López Tarso, quien en sus años de juventud, sin vocación al sacerdocio y con el único deseo de seguir estudiando ingresó en el Seminario Menor de Temascalcingo, Estado de México y posteriormente al Seminario Conciliar de la ciudad de México, desempeñó una labor importante en el desarrollo del cine de México, participando en títulos memorables como “Nazarín” (1958), de Luis Buñuel; “Juana Gallo” (1960), de Miguel Zacarías, o “Tarahumara” (1964), de Luis Alcoriza. Con el director Roberto Gavaldón rodó destacados filmes como “Macario” (1960), “El gallo de oro” (1964) y “La vida inútil de Pito Pérez” (1970).
A lo largo de su carrera en la pantalla grande, donde compartió créditos con actores de la talla de Dolores del Río, Marga López, Carlos López Moctezuma, Elsa Aguirre, Luis Aguilar, Katy Jurado, Pedro Armendáriz, María Félix y Emilio «El Indio» Fernández, entre otros, brillaría intensamente con sobresalientes actuaciones en películas de gran trascendencia, entre ellas: “Vainilla bronce y morir” (1956) y “La estrella vacía” (1958) con María Félix.
Mención aparte merecen “La sombra del caudillo” (1960), en la que participó una pléyade de artistas y “La Rosa Blanca” (1961). Estas dos cintas, por su alto contenido social y político, fueron prohibidas para su exhibición por el gobierno y no fue sino hasta varios años después en que el público pudo verlas.
El primer actor, quien produjo ocho populares álbumes en los que declamaba corridos mexicanos, ganó en dos ocasiones el Premio Golden Gate al mejor actor, la primera por su trabajo en “El hombre de papel” (1963), de Ismael Rodríguez, y la segunda por “Macario”, cinta que representó a México en los premios Oscar en 1960. En los años 70 y 80 participó en varias series históricas de televisión, como “El derecho de nacer” (1981) o “Senda de Gloria” (1987), ambientadas en la Revolución Mexicana.
Casado con Clara Aranda, con quien procreó a sus hijos Susana, Gabriela y Juan Ignacio, López Tarso también incursionó en la política y fue diputado federal. Ocupó cargos importantes de organizaciones como la Asociación Nacional de Actores (ANDA), Asociación Nacional de Intérpretes (ANDI) y el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC). Fue miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.
Algunos de sus reconocimientos más importantes fueron el Premio Nacional de Ciencias y Artes (2015) por su talento y pasión; Premio Elías Sourasky en Artes, Presea Ángel de la Esperanza (Trayectoria de Excelencia-2013), por la Fundación Cultura Sin Fronteras México y Festival Internacional Cultura Sin Fronteras 2013, Centro Cultural Tijuana; Premio La Sociedad de Herencia Hispana (Hispanic Heritage Society Award) (2006, Estados Unidos).
Así mismo, Medalla de Oro Conmemorativa Bellas Artes (Instituto Nacional de Bellas Artes, 2006, México), Gran Orden de Honor Nacional al Mérito Autoral (2005, México), Premio Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York (Association of Latin Entertainment Critics Award) (2001, Estados Unidos), entre muchos otros.
En Paz descanse, Don Ignacio López Tarso... Lo vamos a extrañar
Pecime lamenta su partida