A sus 82 años, Miguel Gurza, quien junto con su finado hermano, Humberto, se convirtieron en leyendas del cine mexicano al proveer durante muchos años, toda clase de animales para películas de acción y de aventuras y del chango “Chucho Chucho”, para los programas de televisión y los espectáculos de la “nena del violín”, la vedette Olga Breeskin, no piensa retirarse de la industria en donde escribió brillantes páginas como actor y amaestrador.
“Me tocó vivir una bonita etapa del cine mexicano, cuando los estudios Churubusco estaban saturados de filmaciones de películas, nacionales y extranjeras, y mi hermano y yo no nos dábamos abasto para atender los requerimientos que nos hacían los productores que nos solicitaban desde ratones y arañas, hasta tigres, panteras y todas clase de reptiles.
“En los estudios todos nos conocíamos. El restaurante era el sitio en donde se concretaban los proyectos de filmación y había trabajo para para todos, sin importar sus condiciones físicas, siempre había un papel o personaje para cada uno de nosotros”.
En ese sentido, Miguel recordó a Margarita, la señora que dentro de los estudios vendía en un carrito dulces y cigarros, con la particularidad de que carecía de brazos lo que no fue impedimento para que el cineasta, Miguel Littín, la incluyera con una pequeña aparición en su película “El recurso del método” (1977). Recordó también a “El chupis”, un atento mesero del restaurante que trabajó como extra en una gran cantidad de películas, entre ellas, “El revoltoso”, con Germán Valdés Tin Tan.
También vino a su mente doña Natividad Soriano, conocida como “La güerita de los tacos”, porque por varios años, a la entrada principal de los estudios, satisfizo los más exigentes paladares de funcionarios de los Churubusco, artistas, técnicos y trabajadores con sus exquisitos guisos, además de haber trabajado como extra en varias películas.
Miguel Gurza, quien desde hace muchos años estableció su domicilio en la calle de Atletas, frente a los Churubusco, en donde tenían su zoológico, hoy, con tristeza, afirma:
“Aquí, desde mi casa, volteo a ver los Churubusco y ya no siento la emoción que antes me producían, porque los redujeron a su mínima capacidad, son una tercera parte de lo que fueron y ya no hay la actividad que antes hubo, además de que todos mis amigos y conocidos que ahí trabajan, con los que convivía, ya no están”.
Y a sus 82 años, consciente de que su actividad como actor de cine de acción y aventuras se terminó, no desea decir adiós a la industria en la que fue feliz y en la que vivió momentos emotivos porque hacia lo que le gustaba.
“En mi faceta de actor hice muchas cosas, con Andrés García casi no trabajé, pero a quien sí doblé en escenas de peligro en varias películas fue a Jorge Rivero, un gran actor y una gran persona, y en el plano internacional recuerdo a Michael Douglas, con quien Humberto y yo laboramos en la película ‘Dos bribones tras la esmeralda perdida’, que fue en la que un cocodrilo le arrancó la mano a mi hermano que por fortuna se le logró salvar”.
“Ahora, miro a los Churubusco, pero te repito, ya no con la nostalgia con la que antes lo hacía, porque los estudios tenían un encanto especial que le daba cada uno de los personajes que ahí se reunían, por ejemplo, en el restaurante era famosa la esquina de “El Indio” Fernández ya que todos los días acudía a ese lugar a tomar su botella de tequila o de ron y a ‘echar brava’ cuando ya estaba tomado con quien fuera”.
Y a pesar de los inconvenientes, Miguel no pierde el ánimo y sigue ejerciendo la actividad de amaestrar animales, aunque ahora sólo son pequeñas mascotas como perros o gatos a los cuales prepara para anuncios comerciales.