La muerte de Raymundo Garduño y Juan Francisco González, trabajadores de la producción “The Chosen One”, de Netflix, ha destapado una serie de irregularidades en la industria fílmica nacional las cuales, de no intervenir autoridades de migración, del trabajo y de hacienda, provocarán más accidentes, muertes y evasión fiscal por el surgimiento en el país de células de trabajadores y técnicos de cine conformadas con personal proveniente de sudamérica así como de numerosas productoras que sin contratos de por medio los explotan y no les brindan ninguna prestación de seguridad social.
El auge de trabajo que se da en nuestro país con producciones de empresas de streaming como Netflix, Amazon, Disney, HBO y Paramount, entre otras, también ha provocado el surgimiento de nuevas empresas productoras que en su afán de conseguir contratos con esas compañías, les ofrecen mano de obra barata con presupuestos económicos, en detrimento de los trabajadores de quienes echan mano para las realizaciones ya que, literalmente los explotan con jornadas de trabajo de hasta 16 o más horas.
La consecuencia lógica es de trabajadores cansados que, en áreas específicas como las de transporte, se convierten en un auténtico peligro para sus compañeros al manejar unidades casi dormidos y poner en riesgo la vida del personal a quien trasladan de un lugar a otro, como ha ocurrido en producciones de cine y de televisión.
Lo que no se sabía y que con la muerte de Raymundo y Juan Francisco ha quedado al descubierto, es que desde hace tiempo en la industria del cine mexicano han surgido células de trabajadores que provienen de Colombia, Argentina y Venezuela que están siendo incorporados a producciones cinematográficas con el viejo método de ingresar al país con visas de turista y ya aquí, en territorio nacional, trabajar ilegalmente en realizaciones fílmicas.
Lo anterior es algo que Felipe Marino, secretario general del Sindicato de Trabajadores de Cine de Técnicos y Manuales, gremio que está por cumplir 80 años de existencia, denuncia porque la proliferación de esta clase de trabajadores que laboran irregularmente en México, constantemente son empleados por las productoras ya que les conviene pues no hay un contrato de trabajo de por medio que les garantice prestaciones ni ninguna seguridad en caso de accidente.
“En Baja California hay más de mil trabajadores de cine que no están afiliados a ningún sindicato, se desempeñan como freelancers, por eso muchas productoras se van allá a hacer sus proyectos y es curioso, porque hace poco estuve en esa entidad y vi el caso de un técnico de fotografía que tenía que realizar algunas tomas en Estados Unidos por lo que se atravesó al vecino país a realizarlas.
“En cuanto estuvo del otro lado, los sindicatos gringos inmediatamente intervinieron y no lo dejaron continuar hasta que no se cumplieran todos los requisitos que ellos exigen para trabajar en ese país. Cuando regresó a territorio mexicano fue diferente, ya no tuvo ningún problema porque aquí nadie le dijo nada ni se preocupó por las condiciones en que estaba laborando”, dijo.
La productora Redrum, de Stacy Perskie, que ha participado en películas importantes como “Apocalypto”, de Mel Gibson, “Spectre”, de la secuela del agente 007 y “Wonder Woman”, entre otras, algunas veces contrata personal sindicalizado para las realizaciones pero en otras ofrece sus servicios a las plataformas de streaming llevando frelancers.
En los casos de Raymundo Garduño y Juan Francisco González todavía no hay un pronunciamiento de qué empresa, si Netflix o la productora Redrum indemnizarán a los deudos de ambos trabajadores. “Este es el riesgo que corre el personal que no está protegido con un contrato de trabajo en donde se establecen condiciones laborales y de seguridad social”, dijo Felipe Marino.
El desorden que prevalece en la industria cinematográfica se debe a que autoridades de migración, del trabajo y de hacienda, ignoran lo que está pasando en este sector de la industria en donde a todas luces hay evasión pues mucha gente trabaja sin declarar ingresos, hay personal extranjero que labora irregularmente y productoras de las cuales ni Hacienda ni la Secretaría del Trabajo tienen conocimiento de su existencia pues no hay un padrón de las mismas.
El panorama no es halagador ya que por estas anomalías seguirán los accidentes y las muertes así como la explotación de los trabajadores.