Más de 80 salas independientes de distintas ciudades de la República exhiben desde este fin de semana Morir de amor, la nueva película del director Jorge Araujo (Fantasías, 2003) protagonizada por Eduardo España junto con Mariana Guerrero Rangel, Frank Rodríguez, Patricia Lupercio, Luis López Aldana y Aaron Arnold.
Distribuida por las productoras Homosapiens y Lylu Films, de la ciudad de Guadalajara, Morir de amor es el primer estreno mexicano del año, un drama de 82 minutos que antes de llegar a las salas recorrió alrededor de una docena de festivales, donde además de ser Selección Oficial, resultó favorecida con premios del público.
Con este nuevo filme, que fue rodado entre las ciudades de Guadalajara, Jalisco y Los Ángeles, California, Eduardo España refrenda su condición de actor de carácter, al interpretar a un personaje como Alejandro Maldonado, quien sostiene una relación codependiente en un matrimonio que ha sobrepasado el límite de lo tolerable con su esposa Olga (Patricia Lupercio), una mujer insatisfecha, que busca afanosamente a los hombres para satisfacer su adicción al sexo.
Alejandro y Olga viven muy infelices en Guadalajara hasta que él le confiesa todo a su amigo Armando (Frank Rodríguez) “y cuando las vidas de estos personajes se cruzan, se visualiza una salida a sus conflictos en la búsqueda de ayuda especializada”, refiere Eduardo España, para quien Morir de amor representa la oportunidad de asumir un nuevo reto en su carrera dentro del cine.
“Me gustan los retos y los riesgos, manejar una carrera de colores e interpretar con mucha entrega a los personajes que hago”, expresa el experimentado histrión, al tiempo de subrayar que esta nueva producción fílmica, es una película realista que toca temas sensibles, como la codependencia en las relaciones de pareja, lo que seguramente contribuirá a causar empatía con el público.
“El tema está enfocado principalmente alrededor de las relaciones tóxicas en las parejas no exentas de la violencia y no solo de parte del hombre hacia la mujer, sino en igualdad de circunstancias. Ahí también aparece Beatriz (Mariana Guerrero), una joven mujer trabajadora, radicada en Los Ángeles, quien vive una relación autodestructiva con su marido Mario (Luis López Aldana), un adicto a la heroína dispuesto a pagar cualquier precio con tal de cubrir su necesidad de drogarse…”.
En entrevista con Pecime, el también actor de la comedia ¿Cómo matar a un esposo muerto? y de cintas como 12 Rounds y Poderoso Victoria, explicó que en Morir de amor la temática retrata el ejercicio del maltrato y el abuso desde ambos lados, a partir de los dramas que enfrentan las dos parejas emocionalmente codependientes que entrelazan sus historias, a pesar de vivir en lugares distintos y pertenecer a diferentes generaciones.
“La película, más allá del consumo de drogas, profundiza en las relaciones de los matrimonios tradicionales que llevan años juntos como en los de las parejas jóvenes y cómo llega a haber violencia familiar”, explicó en su momento Frank Rodríguez, intérprete del personaje de Armando.
Frank resaltó que otro aspecto que toca la película en la que además de las actuaciones destaca la fotografía de César Plascencia, es el de las relaciones de pareja que se generan a través de las redes sociales, algo que ya es muy normal en los jóvenes, pero también en los adultos mayores que se sienten solos…”.
En una entrevista previa, el director Jorge Araujo calificó su nueva producción fílmica, como una película realista que toca temas muy sensibles, lo que -afirmó- no solo contribuirá a mover muchas fibras entre los espectadores, sino también a dejarles el mensaje de que la vida “es simplemente vida y muchas veces no es justa, y no todos los finales tienen un final feliz”.
“Quise hacer una historia muy cruda sobre la realidad de muchas personas con familias disfuncionales, porque yo viví en una familia así, y eso te genera ciertos problemas en tu edad adulta», compartió el director de Emisario del Odio (2001), El Patrón (2001), Infierno en la sierra (2000), Amor en tiempos de coca (1997), Sádico amor (1996), Perros de barrio (1996) y Fotografiando la muerte (1995), entre otros filmes, al tiempo de invitar al público a que asista a las salas para ver su nueva producción.
En cuanto al retraso de poco más de tres años que tomó el estreno de Morir de Amor, explicó en su momento que tiene que ver con las dificultades a las que regularmente se enfrentan los realizadores mexicanos para la distribución de sus trabajos, labor de la que ahora están encargados los productores tapatíos Frank Rodríguez (Lylu Films) y Manuel Villaseñor (Homosapiens Films).