Las bellas calles de París o los altos rascacielos de Nueva York «no se comparan en lo absoluto con Tenochtitlan, conocida oficialmente como la Ciudad de México y pa´ los cuates como ‘Chilangolandia'», se destaca en un comunicado sobre esta película mexicana de comedia y sátira que llegará a los cines a través de Cinépolis Distribución el próximo 9 de septiembre.
«Aquí en esta selva de asfalto habita una raza que se alimenta de quesadillas que no son de queso y que tiene miedo a los temblores: los chilangos, que a pesar de las fuerzas naturales y humanas a las que se enfrentan, ¡siempre salen victoriosos! o por lo menos, así creen que lo hacen».
Rodada de manera independiente, esta producción «que el público amará u odiará, pero que no le será indiferente a nadie» -se destaca en el comunicado-, se desarrolla en un lugar donde suceden muchas cosas y se cuentan muchas historias, como la de ‘Ramiro’, el taxista, quien está convencido de que su vida cambiará cuando su sobrino ‘El Chulo’ se convierta en la próxima estrella de futbol al probarse en las fuerzas básicas…
«Del otro lado de la ciudad, ‘Carmen’, una mujer que busca desesperadamente mejorar su situación económica en compañía de ‘Miguel’, su marido mandilón, recibirán por equivocación una maleta con 10 millones de pesos. El dueño de la maleta buscará recuperar su dinero mientras que ‘Carmen’ y su marido deberán pagar sus deudas y gastarse el dinero antes de que los atrapen».
«Chilangolandia» es una comedia que retrata «cosas de la vida cotidiana en la ciudad de México, de principio a fin». Está escrita y dirigida por Carlos Santos Campos (ópera prima) y entre los actores que le dan vida a esta divertida historia están Luis Felipe Tovar, Silverio Palacios, Moisés Iván, Priscila Arias ‘La Fatshionista’ y Liliana Arriaga, mejor conocida como ‘La Chupitos’, en la que representa su primera aparición en el cine con un personaje distinto al que hizo popular en la televisión.
El director y guionista del filme afirma que todo empezó en un coche mientras iba escuchando a sus compatriotas del grupo musical Molotov: «Iba en un taxi escuchando a la banda y pensé cómo trasladar la energía de Molotov a una película, con toda esa irreverencia y actitud chilanga muy particular».
Desde entonces, Carlos Santos empezó a trabajar en el divertido guión de su primer largometraje para la gran pantalla, y en su posterior rodaje que le tomó 5 semanas utilizando como locaciones el Centro Histórico, el Templo Mayor, Tlalpan, Santa Fe y estaciones del Metro.
«Creo que todos los que vivimos aquí tenemos una relación apache con la ciudad, podemos amarla y odiarla varias veces al día, pero también es un lugar muy cinefotográfico, en el que pasan cosas que no creerías si no vieras las noticias», asegura el cineasta, quien en sus redes se describe como artista relacional y actualmente es CEO en la productora mexicana Sastre Films.