Del Puño y Letra de Armando Silvestre

-Una grave cornada lo hizo olvidarse de la fiesta brava

-Hizo que Sasha Montenegro saliera de su retiro artístico

En su juventud, Armando Silvestre quiso ser torero pero una grave cornada lo hizo abandonar la fiesta brava e incursionar en el automovilismo deportivo del que llegó a formar parte de la escudería de los hermanos Pedro y Ricardo Rodríguez, además de practicar equitación, buceo, golf, regata de veleros y el fisiculturismo.

Por su bien dotado físico y galanura, su tía, la argumentista y escritora, María Carrascosa, le sugirió probar como actor a lo que Armando hizo caso y para lograrlo se metió a estudiar con el maestro Seki Sano, forjador de varias generaciones de actores y actrices famosos.

Debutó en el cine mexicano en 1945 interpretando un sencillo papel en una película de Miguel Morayta, pero fue la directora, Matilde Landeta quien le dio su primer papel estelar en la película “Lola Casanova” (1947), alternando con la rumbera Meche Barba de quien se enamoró y con quien sostuvo una relación sentimental.

Al año siguiente, en 1948, trabajó en la película “Rincón brujo”, en la que también se involucró sentimentalmente con la protagonista, Gloria Marín, muy a pesar de que la actriz tenía una relación amorosa con Jorge Negrete.

Por su buena apariencia física, Armando pronto se convirtió en uno de los galanes del cine mexicano de la época, por lo que constantemente era requerido para trabajar en producciones fílmicas de toda índole, alternando con las más importantes figuras de la cinematografía nacional.

En “ahí viene Martín Corona” trabajó al lado de Pedro Infante y Sarita Montiel; en “Llévame en tus brazos” con Ninón Sevilla y Andrea Palma; en “La red” compartió créditos con Rossana Podestá; en “Medias de seda” con Rosario Dúrcal y Joaquín Pardavé y con Elsa Aguirre alternó en “La mujer de dos caras” y “La doncella de piedra” mientras que con Christian Martell, Martha Mijares y don Andrés Soler, actuó en la célebre película, “Impaciencia del corazón”.

Su buen desempeño en el cine mexicano lo hizo incursionar en Hollywood en donde realizó una importante carrera al participar en producciones que lo proyectaron internacionalmente, entre ellas: “King of the sun”, con Yul Brynner; “Te Scalphunters”, con Burt Lancaster; “Two mules for sister Sara”, con Clint Easwood y Shirley MaClaine y “The children of Sánchez”, con Anthony Quinn y Dolores del Río, entre otras.

En la televisión norteamericana también participó en series de éxito como “La mujer maravilla”, al lado de Lynda Carter; “La mujer policía” con Angie Dickinson y “Mannix”, alternando con el actor Mike Connors.

A su regreso a México, por su extraordinaria complexión física, recibió la propuesta de participar en la cinta de luchadores “La sombra vengadora” y, ante los buenos resultados, siguió en esta línea de trabajo del cine de acción alternando con los luchadores más famosos de la época, entre ellos, “Santo”, “Blue demon” y “Neutrón”.

Y no obstante haberse convertido en una de las figuras del cine de oro en México, Armando Silvestre incursionó, en la década de los años 80, en el cine de ficheras en películas como “Las cabareteras” y “Entre ficheras anda el diablo”, entre otras.

Armando fue precisamente el actor que logró hacer salir de su retiro artístico a Sasha Montenegro, actriz que brilló en el cine ficheras y que después de casarse con el expresidente José López Portillo decidió alejarse de los escenarios.

En el año 2010, en la edición número 40 de la entrega de Diosas de Plata, PECIME hizo un reconocimiento a Armando Silvestre por su brillante trayectoria. En esa ocasión, el actor pidió que fuera su amiga, Sasha Montenegro, quien le entregara el galardón a lo que ella accedió de inmediato.

En su breve reaparición en un escenario, Sasha pronunció esa noche las siguientes palabras: ”Es un gusto y un placer venir a entregar este premio a mi querido amigo, Armando Silvestre, un gran actor, compañero y un hombre muy guapo”.

Hombre sencillo, de trato amable, Armando Silvestre siempre fue cordial y amistoso con los socios de PECIME, agrupación a la que le dedicó el texto que ahora les compartimos: